martes, 29 de marzo de 2011

Los alumnos

Por Luis E. Llanes.
Revisado y ampliado por Alba L. Llanes.

La primera pregunta que debe hacerse el maestro, cuando va a hacer el planeamiento de su materia, es: ¿a quién o quienes necesito tener en cuenta a la hora la de confección de mi plan de estudio? Antes que nadie, tenemos que tener en mente a los alumnos a los cuales vamos a enseñar. Ellos son nuestros referentes.

Quizás parezcan pueriles estas preguntas, pero hay una tendencia alarmante que es la de reflejar lo que, como maestros, queremos saber nosotros, mientras nos olvidamos de lo que los alumnos necesitan aprender: lo que YO quiero lograr para MÍ mismo, y no lo que yo debo lograr en mis ALUMNOS. Esto da como resultado un planeamiento a la altura de MI mente, de MIS expectativas y de MIS necesidades personales, en el que no tengo en cuenta la mentalidad de los ALUMNOS, SUS necesidades y SUS expectativas.

El resultado de todo esto es la generación de enseñanzas, ya sofisticadas ya simplistas que, o bien le son imposibles de aprender, a los alumnos, o bien no responden a sus expectativas y necesidades de aprendizaje.

En el primero de los casos ocurre, por ejemplo, que un profesor puede suministrar u obligar a aprender toda una serie de detalles enciclopédicos sobre un tema, que realmente no son pertinentes, o importantes o necesarios para lo que el alumno necesita conocer. La esencia del contenido fundamental del asunto a tratar se difumina, se pierde, en una nebulosa de datos y conceptos secundarios, a los que el alumno puede acceder más adelante, si así lo llega a requerir. Puede ser también que el maestro emplee un lenguaje tan elevado y técnico, que los estudiantes no alcancen a comprender, por ejemplo, un lenguaje doctoral, apto para alumnos de ese nivel académico, en una clase de alumnos principiantes de doctrina bíblica.

En el marco de lo tratado en el párrafo anterior, cabe añadir aquí que, en ocasiones, encontramos a personas que ejercen la profesión docente, cuyo mayor interés parecería ser el despliegue ostentosos de sus propios conocimientos; o también, otros que saben mucho, pero carecen de las aptitudes y habilidades necesarias para efectuar la transposición didáctica, y entonces quieren hacer recaer en los alumnos toda la responsabilidad del proceso educativo, entendido este en sus dos aspectos complementarios: enseñanza y aprendizaje.

En el segundo de los casos citados más arriba, el maestro ofrece un contenido tan empobrecido, que no satisface las demandas de conocimiento que tienen los estudiantes. En ambas situaciones, los alumnos se constituyen en entes pasivos; y el docente, en un radio grabador impersonal, simple transmisor de enseñanzas elaboradas, que nada tienen que ver con las necesidades del grupo.

Para resolver este problema, el maestro tiene que conocer al grupo de estudiantes que tiene delante. Si es primera vez que les va a enseñar, es bueno que indague, con las autoridades pertinentes de la institución, las características generales de los alumnos a los que va a enseñar: procedencia, grado de escolaridad, tiempo de convertidos, si han realizado estudios bíblicos previos en sus iglesias y qué clases de estudios han tenido, sus gustos particulares en el estudio de la Biblia - el aspecto histórico, el aspecto doctrinal, etc.-, la oscilación de las edades, los intereses particulares, las proyecciones ministeriales, los conocimientos previos que pueden tener los alumnos, sobre el tema a tratar, y cualquier otro dato que el maestro crea que le pueda ayudar. Aunque no son ciento por ciento determinantes, estos datos, le van a proveer de elementos de juicio que le guiarán y ayudarán en la confección del plan [1].

Notas:

[1] En el caso particular de los conocimientos previos de los alumnos, sobre un tema determinado, cabe la siguiente observación: debido a que el Plan General del Curso es hecho antes de comenzar a ser dictada la materia, este aspecto debe ser manejado por el maestro a la hora de abordar cada lección. Por esta razón, el docente competente tendrá en cuenta cierto margen de flexibilidad, en la diagramación del Plan de Curso, para poder realizar las adaptaciones pertinentes, de cada lección, en función de dichos conocimientos previos.

© Luis E. Llanes. Ministerio Luz y Verdad, Puerto Madryn, Chubut, Rep. Argentina. Alba L. Llanes. EDICI. Rancho Cucamonga, CA. 2008.


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